viernes, enero 24, 2003

De la serie Poemas del desempleo o Poemas de la calle (no he decidido qué titulo ponerles)

Hago todo por no arruinarme la vida.

Hago todo por no arruinarme la vida
Busco trabajo, visto decente,
no rezo, eso sí, pero cómo me encanta
“orarle” a las mujeres.

Vivo el apocalipsis del destino,
del mío, entiéndanme.

Hago tantas cosas por mantenerme vivo.
Podo los arbustos del mal,
siempre quedan robustos,
-no soy el otoño-.

He encontrado gritos y golpes
en la desesperación.
Sobre todo cuando vivía contigo,
-con ella, rectifico,
dudo que algún día lea esto-.

Quedamos a un paso de morir en el intento.
Y es que le creía, el hacer real la mentira.

Quedamos a un paso
en creer que amar era ser no feliz.
Sobre todo tú, que tanto me amabas,
nada culpa tenías,
los que aman siempre se equivocan,
o casi, pero ese casi es tan cercano a lo siempre.

Intento escribir sin usar gerundios,
metáforas, tropos, imágenes de la naturaleza.

Qué absurdo me parece emplearlas,
sobre todo alguien que hace
lo posible para no arruinarse la vida.

Quisiera ser poeta para reconfortar
a los demás poetas,
los críticos de éstos,
que son los que deciden qué tan bueno
o malo es un sentimiento.

Cavo tumbas espirituales con mi vida.
La vida es la pala,
mi cuerpo el luminoso objeto de la muerte.

Cómo me hace falta llorar,
por mí mismo,
ante mí mismo,
no por el amor equivocado,
el arrepentimiento,
el accidente violento,
la tele que cae en una rodilla,
la impotencia de hablar con un muerto,
ser el muerto que no escucha al otro muerto,
sino llorar,
sólo llorar como lo hacen los vivos
cuando están sólos,
cuando se entregan a algo que no entienden,
como sucede con el niño cuando nace.

[Qué sucia es la materia, pero cuánto la necesitamos]

Podría pasar toda la vida quejándome de la vida.
Sólo tendría que seguir siendo yo mismo.
Me gusta como soy, exceptuándo mi realidad.

Hago tanto por no arruinarme la vida.
Pero ella es terca, se empeña en hacerme
cada vez más y más pequeño.
¿O será que la vida crece y yo
quedo enano como siempre?

Hago todo por no arruinarme la vida.
No fumo, no bebo, utilizo preservativos,
hago ejercicio, levanto mancuernillas,
pesados discos que alimentan el músculo,
ejercito el abdomen, me limito en mis alimentos,
no miento, nunca he matado a nadie,
nunca he robado, menos violado,
he deseado a la mujer de mi prójimo,
he jurado en vano, he fornicado, oh, Dios,
vaya que he fornicado,
no he amado a Dios como a mí mismo,
-hay días que amanezco sin ganas de amarme,
mucho menos al gran Señor-,
he honrado a medias a mi padre y a mi madre,
respeto –no amo- a mi prójimo,
creo que los demás tienen razón en todo,
como yo la tengo en todo,
siempre y cuando ellos, nosotros, tú, yo,
no nos metamos en la razón ajena.
Cuido mis palabras –al menos lo intento-
y nada importa,
sigo con el flaco futuro de siempre,
sin un empleo,
lo peor de todo,
nada me importa.

Sabado 18 de Enero de 2003


Hace dos días

Tenía una amiga que era mi amante.
Cuando era mi amante, también era mi novia,
después la empecé a ver como una amiga
hasta que encontré a otra amiga que terminó
como mi amante y luego como mi novia.

La he visto hace dos días,
y ya no sólo
no es mi amiga,
ni mi amante,
menos mi novia.

Ahora, además, es una completa desconocida.

Martes 21 de Enero de 2003


El Salario

El salario que no se recibe,
pesa tanto como el abrazo negado
de la enamorada.

En estos tiempos tener salario es un lujo.
Y los poetas no se ocupan en ello.

Será que no son felices con sus trabajos,
Pensarán que la poesía es demasiado
elevada y se equivocan al definir prioridades.
Como el cegarse a escribir
sobre lo verdadermanete importante,
lo que los mantiene vivos,
vestidos, entretenidos,
que les da la energía para sentarse a escribir
un poema sobre el “odioso” salario.

El salario recibido es un hijo,
no quieres que se vaya nunca,
te enorgullece tenerlo en tus manos,
es tu esfuerzo,
pero sabes que se irá,
y nada te asegura si el pago
siguiente lo verás de nuevo
-como los hijos-.

Los poetas se deberían ocupar más de lo salarios,
la inflación, los impuestos, los servicios públicos,
las aglomeraciones en Pino Suárez,
el secuestrador rebanador de orejas.
Habría que escribir mucha “poeconomía ”, “poepolítica ”
la vida sería un poco más bella.

Martes 21 de Enero de 2003






Costal de papas

Miro la televisión.
Los anuncios son agujas venenosas.
Los programas, virus, para los que hay cura
si uno es lo suficientemente fuerte para buscarla.
En mí queda el ser transgredido.
Algo difícil cuando se carece de vida propia,
oficio para ganarse la vida,
trabajo aunque no guste,
dinero para darse un poco de felicidad,
como comprarse un libro,
salir al cine,
cooperar para la comida,
cambiar de zapatos, calzones,
calcetines, pantalones,
tener nueve pesos para pagar el café consumido
y no sentirse ante los amigos,
la mujer, un miserable desempleado.


Mitad de semana

Es Miércoles,
el desempleado despierta
deseando no encontrar el nuevo día.
Ya es mitad de semana, poco se puede hacer..
Ni entrevistas, ni telefonemas,
Ni entusisasmos.
Hay que esperar la sección de empleos
del domingo