martes, octubre 25, 2005

Medios y Remedios
Una de huracanes
Gerardo Soriano Palma



Vaya que los noticieros Hechos, de TV Azteca, viven la noticia. Tanto la viven, que no les importa echarle de vez en cuando una mano a la vida -ya ven luego cómo es, tan aburrida ella–.
El jueves pasado, Televisa y TV Azteca reportaban desde Cancún los estragos que empezaba a causar el Huracán Wilma. Pero el juicio de dos productores de televisión (ah, el juicio, ese ente extraño, voluntarioso) hizo que ambos tomaran decisiones opuestas: una prudente y otra arrojada.
En la transmisión de TV Azteca, Javier Alatorre parecía encontrarse en medio del diluvio universal. Quienes veíamos a este comunicador nos alarmamos por la gravedad de la situación, ya que el reportero guardaba el equilibrio para no caer a causa de los “fuertes vientos”, el agua se le metía a raudales por la boca, lo que le dificultaba hablar.
En tanto, quienes sintonizaban el Noticiero con Joaquín López Dóriga, vieron un enlace desde la misma ciudad pero ¡oh, dios Tláloc!, la reportera apostada en ese lugar, Susana López Peña, hacía una tranquila narración de lo que sucedía, con una brisa que apenas le rozaba el cabello, si acaso bajo una llovizna que, desde que el castellano es castellano, llovizna quiere decir “lluvia uniforme, formada de gotas pequeñas”, y no esa poderosa tormenta de la que daba cuenta Alatorre.
El hecho fue tan notorio que la reportera recibió la orden de reiterar que en Cancún no estaba pasando nada, “soy mujer y el viento no me mueve”, dijo. Fue tanta la discrepancia entre ambos reportes, que seguramente para evidenciar o, al menos, para poner en duda la información del comunicador de Azteca, minutos después Dóriga se volvió a enlazar con López Peña parar confirmar, por si hacía falta, que en Cancún las cosas todavía estaban tranquilas. ¿Qué pasó?
Este columnista investigó y la razón de este “extraño” fenómeno de la naturaleza, fue porque el productor de TV Azteca, Oscar López –productor del ex noticiero Ciudad Desnuda- decidió llevar la unidad de transmisión vía satélite hasta la playa –si el huracán no va a Alatorre, Alatorre tiene que ir al huracán, aunque el huracán en ese momento brillara por su ausencia, claro está-, mientras que el equipo de Televisa decidió quedarse en un lugar más céntrico de la ciudad, sin importar sacrificar un mar embravecido, rápidas corrientes de aire, brisa intensa, por lo que se tuvo que conformar con un triste escenario ambientado con ligeras ráfagas de viento, las cuales, por cierto, eran todavía menores ya que eran apaciguadas por los edificios y hoteles circundantes.
La misma realidad contada de dos maneras. ¿Cuál productor de las dos televisoras tomó la mejor decisión? ¿El prudente o el arrojado?
gsoriano@economista.com.mx