Sábado 5 de Agosto de 2000
Hace dos semanas Ry y yo tuvimos un encuentro sexual. No hubo penetración, no hacía falta. Durante todo el camino a su casa, una de la mañana, le estuve acariciando el sexo sobre su pantalón de mezclilla. Escuchábamos bajito el radio, pasaban una canción de Metallica. De pronto tuve la ocurrencia de penetrar su boca con mis dedos. El auto lo conducía despacio, en los altos quitaba mi mano de su delicada raya visible a través de la mezclilla y la dirigía a sus labios. Con el dedo pulgar le delineaba, primero delicada, y luego toscamente, su boca carnosa. Por momentos se lo daba a chupar, y ella lo hacía entregada. En ocasiones mordía el dedo toscamente, entonces lo sacaba y volvía a delinear su boca. Cuando la luz verde se ponía repetía la operación: mis dedos hacia su sexo; luz roja, penetración y caricias de mis dedos en su boca. Notaba que, como un semáforo autónomo, mi pene seguía sus propias indicaciones de tránsito: mientras que para los automovilistas la luz verde significaba avanzar, la penetración y la delineación de mi dedo por su boca significaba erección. Así recorrimos todo División del Norte, desde su cruce con av. Insurgentes hasta la desviación a Av. Del Imán -lo que es bastante-. De entre las sinuosas y silenciosas calles cercanas a su casa, escogí una intersección obscura. Empezamos a besarnos como dos desesperados, había una luz incómoda sobre nosotros por lo que moví el Golf hacia la obscuridad casi perfecta que proporcionaba un árbol cómplice. Supe que en esa soledad todo hubiera podido pasar. No le desabroché los botones de su pantalón enseguida. Eso no me gusta. Froté durante varios minutos su sexo sobre el pantalón mientras le besaba los labios, el cuello y chupaba sus orejas. Entonces lo hice, le desabroché el pantalón, e inicié la penetración cuidadosa y dubitativa de mis dedos hacia su vagina. Imaginaba su sexo, -aún ahora mismo lo imagino- y entendí que sus labios vaginales eran elevados como para esconder, (¿o proteger?) las sales de su placer. En algún momento dos dedos la penetraron mientras ella pujaba cada vez más fuerte. Observe a través del retrovisor, al que le echaba continuos vistazos, -por eso de las sopresas que andan en patrulla-, que el medallón trasero estaba empañado. Es verano y hace calor, pensé.. En algún momento, me dijo que la lastimaba y por su iniciativa desabrochó todos los botones de los jeans y se acomodó con las piernas abiertas para dejarse hacer. Eso lo aproveché para besar su ombligo y ver apenas la forma de su monte de Venus; lo que vi fue suficiente para intuir que es naturalmente discreta de bellos. Entonces la besé con más pasión, le subí su blusa, el brasier y mordí y degusté sus senos. Por fin pude conocerlos, casi les decía mucho gusto, yo G, veo que son de pezón discreto (contra todas mis fantasias, que la hacían peluda y con senos negros y saturnianos), y luego le bajé la blusa y seguí besándola, ¿seguí besándola? ¿o seguimos besandonos? Sin duda lo primero. El consejo de un amigo vino a mi mente ("si ella es timidona, cuando estés en el carro chingue a su madre, te sacas la verga y se la das a tocar") en el momento en que la excitación de Ry la había hecho descender un poco del asiento y se ladeaba hacia mi y me acariciaba sin muchas ganas mi sexo sobre el pantalón (también de mezclilla, y también de botones, maldición) y mientras de alguna manera le acariciaba las nalgas debajo y sobre su calzoncito, con la otra mano, la no diestra, me desabrochaba con trabajos mi pantalón. Al cabo de un rato saqué mi pene. Entonces Ry se llevó una sorpresa que fue bien recibida. Como no estaba bien erecta, lo que hice fue que sus labios hicieran el trabajo. Le acaricié nuevamente sus labios con mis dedos y se los daba a chupar. La erección fue instantánea. Empezó con el rápido y monótono jaleo de hacia arriba y hacia abajo. G estaba desprendido del lugar, era como si un G quisiera no perderse de nada de lo que pasaba y se situara como un ángel de la lujuria sobre algún lugar del auto, del cielo, de las nubes, y viera con detalle todo lo que pasaba, todo lo que alguna vez va a ser un recuerdo eterno, la primera vez en que Ry le agarraba el sexo a G, y lo masturbaba. Cuando sentía algún destello de semen en estado alterado, le separaba su mano lentamente por unos segundos; al pasar la inminencia de la explosión, conducía nuevamente sus manos a mi verga enhiesta. Estaba seguro que en cualquier momento la habría de chupar hasta que derramara mi líquido en su sensual boca, pero ella se negaba, su cabeza estaba a unos 30 centimetros de mi falo y con mi brazo invitaba su cabeza a que lo probara y devorara, acto inútil. No movió su cabeza ni un centímetro más. Intenté motivarla llevando nuevamente mi dedo pulgar hacia sus labios, incluso lo chupó casi por completo y lo mordió apasionada, pero no dio resultado, no entendía que si quería chupar algo más que un dedo lo único que tenía que hacer era descender unos cuantos centímetros. Entonces tuvimos que separarnos por un volkswagen gris que atravesó la calle. Eran las 2 de la madrugada. Me metí la verga en el pantalón, y ella se acomodó la ropa. Era hora de marcharnos.
Camino a casa me sentía sumamente feliz. Me preguntaba si para ella había siginificado lo mismo que a mí, si de alguna manera había sentido algo más que el apasionamiento de un faje en el auto, y llegué a casa sólo para dormir con una sonrisa que me duró todo el fin de semana, bueno, me duró más, ya que el domingo Ry y yo no nos vimos por lo que terminé acostándome una vez más con mi ex. Sentí lástima por ella, me sentí deshonesto, sobre todo porque la ex habló de regresar conmigo ahora y para siempre. El lunes, tuve un desencuentro con Ry que, por cierto, a la postré se sumó a otros desencuentros que terminaron por finalizar nuestra relación. Semanas después nos vimos para besarnos como locos, y ya con la inminente cama de por medio (estábamos en mi departamento) me dijo que estaba por casarse con su ex novio y que tenía un bebé de él en su vientre.