domingo, mayo 14, 2006

Medios y Remedios
¿Quieren que les cuente un cuento?
Gerardo Soriano Palma




Les voy a contar la historia de un payaso que hizo de las suyas allá en los noventa en los fríos rumbos del Ajusco. Sí, mis carnales, en el Ajusco, donde se arriba por el anillo periférico, esta arteria que en esos tiempos no cumplía la función de ser anillo ya que sólo llegaba hasta la Glorieta de Vaqueritos.
Este payaso misógino, criado en la cárcel, tuvo un día la suerte de toparse con un chipocludo del gobierno que le ofreció chamba en la televisora estatal que administraba.
Así se la llevó suavena, desmitificando cuentos rosas, hablando netas de la Caperucita Roja y todo tipo de fábulas que hasta que fueron contadas por él, pudieron ser entendidas por la mexicaniza.
Brozo se desenvolvía como pez en el agua, libre, bueno, como podría ser libre un payaso pagado por el Estado, hasta que en 1993, después de una borrachera de antología que se puso en pleno bosque del Ajusco con su carnal Solórzano (quien, por cierto, en estos días anda preocupado porque su noticiero no levanta, dicen que hasta evalúa abandonar el barco) se despertó con la noticia de que ya no le pagaría más el gobierno si no un vendedor de electrodomésticos que compró aquella televisioncita estatal.
Con este nuevo patrón, el payaso siguió con energía renovada, dejó los arrabales, conoció el planeta gracias a los mundiales de fútbol; tenía más libertad que nunca, bueno, como libre puede ser quien recibe su quincena de alguien que tiene puerta abierta en los meros pinoles.
Pero un día algo pasó que su jefe le mandó poner hielo a sus pelos verdes. Probó nuevos horizontes, más bien, nuevos aires (ya que llegó a una televisora instalada en el techo blanco de la ciudad, -lo de blanco por lo de las nubes-) hasta que recibió la propuesta de trabajar para el Goliat de las comunicaciones, de quien tantas veces dijo que primero perro antes que pisar el circo de enfrente.
Después de una temporada exitosísima en un canal local de Goliat, una tragedia personal lo hizo renunciar. Pero apenas hace tres semanas, Brozo acaba de ser visto en la frecuencia más importante de esa televisora, donde se le ve un poco acalambrado, pero igual de ingenioso y, como siempre, libre, bueno, libre como lo puede ser con su nuevo patrón, que debe sentirse orgulloso por la jugada maestra de darle total “libertad” en un programa que empieza casi a media noche y acaba en la madrugada, por lo que ya nadie podrá recriminarle que tenga candidato a la presidencia favorito, -uno que sea adherente a la llamada Ley Goliat- pues ya le regaló 90 minutos de pantalla al candidato incómodo, tal como sucedió el pasado viernes.
Por espacio, la moraleja queda a su consideración.
gsoriano@economista.com.mx