miércoles, diciembre 04, 2002

(Esta es la aportación de una columna de mi autoría que probablemente una revista de espectáculos me compre.
Hago esta aclaración antes antes que mi acérrimo critico Marco me atenace con sus comentarios en los que seguramente me dirá hijo de Alvaro Cueva. Ni modo, de algo hay que comer.)



MEDIOS Y REMEDIOS
· Todo México pendiente de La Academia
· ¿Reacomodos en los planes de producción de Televisa?


Sólo los chicharrones de TV Azteca han tronado este fin de año.
Y es que ni siquiera la película “Sexo pudor y lágrimas” pudo quitarle audiencia a la final de “La Academia”.
El trancazo del 2002 de TV Azteca –y de toda su historia, dicho sea de paso- alcanzó los 35.6 puntos de rating a nivel nacional contra los 15.2 de una de las películas más taquilleras en la historia del cine mexicano, según cifras de Ibope
Los únicos antecedentes en que la televisora del Ajusco había superado a Televisa en cuestiones de audiencia -aunque no en cantidades industriales, como en esta ocasión- fue allá por 1995, en el mejor momento del noticiero Hechos, de Javier Alatorre, que a la postre provocó que quitaran del aire a Jacobo Zabludovsky.
Otro trancazo fue el noticiario de nota roja, Ciudad Desnuda, que hizo que una espantada Televisa tuviera que responder llevándose a sus filas a parte del equipo creador de ese informativo amarillista.
El mismo fenómeno sucedió en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Sydney 2000, el mundial de Estados Unidos 1994 y de Francia 1998, con Andrés Bustamante y Victor Trujillo como principales responsables del éxito en sus transmisiones.
Pero la televisora del Ajusco nunca había saboreado un éxito tan impresionante. Incluso, igualó la audiencia que tuvo la final de la telenovela “El Manantial”, el pasado mes de febrero, sin embargo, tiene más mérito el puntaje alcanzado por el programa de TV Azteca, ya que éste logró mantenerse por arriba de los 30 puntos ¡durante 5 horas de transmisión!
Lo mismo sucede si lo comparamos con el rating de la final de Big Brother , el cual alcanzo los 36 puntos a nivel nacional, pero no duró las 5 horas de La Academia, tiempo en que se mantuvo sobre los 30 puntos y alcanzó un pico de 41.7. Algo increíble.
Por cierto, los medios han destapado lo que podría llegar a ser un reacomodo en los planes de producción de Televisa para el 2003.
Y es que en lo que todos estábamos en nuestra casita disfrutando la gran final transmitida desde el Auditorio Nacional, se supo que el productor de “La Academia”, Giorgio Arezu, renunció.
Todo, originado por un “supuesto” berrinche que hizo porque algún directivo de la televisora no le respetó unos asientos que tenía reservados para la actual pareja sentimental de Luis de Llano Macedo y otros invitados.
Lo anterior provocó que el productor decidiera irse a Televisa en una evidente jugada planeada por ambas partes con antelación.
“Divide y vencerás”, dice el dicho, y esta parece ser, una vez más, la jugada de Televisa para desfondar los éxitos de su competidora.
Y es que al parecer la consigna era sabotear la final de La Academia, ya que el productor del programa ordenó a todo su equipo que dejaran colgado el programa mientras estaba al aire y que lo siguieran a Televisa.
Obviamente, la respuesta Rocío Sánchez Azuara –a quien iba dirigida la orden de abandonar la emisión- fue la de un rotundo “no”, ya que tiene bien puesta la camiseta del Ajusco.
Habrá que esperar si no hay sorpresas en las producciones del próximo año en Televisa. No nos extrañaría ver que Pedro Torres dejara de producir Operación Triunfo 2 o que incluso en el canal 2 o el canal 5 viéramos un programa como Gente con Chispa o Tómbola, -este último programa, ya venía avanzado para salir al aire el próximo año por el canal 13- todos conceptos originales del equipo de Giorgio Arezu.
Y aunque éste niega que se vaya a Televisa, son demasiadas las sospechas.
Por lo pronto, a esperar los discos de los chicos de La Academia, y sobre todo los de los tres primeros lugares: Myriam, Víctor y Miguel Angel. A ver de qué cuero salen más correas.

lunes, diciembre 02, 2002

Un univesritario no puede atender un Video Club Porno

(Para el Inmorales, en un aniversario más de vida)

"Encargado de VIdeoclub. Alvaro Obregón numero 8 casi esquina Cuauhtémoc".
Así decía el anuncio. No me desagradaba pasar una temporada rentando películas de acción de Stallone, Jan Claude Van Damme o infantiles al estilo de La sirenita, El Rey León o Serafin.
El caso es que al buscar el número referido en el Aviso Oportuno de El Universal, y después de pasar como por tres moteles de paso que, por alguna razón, pululan por ese lado de la avenida, -a uno de ellos, por cierto, solía llevar a una novia después de ir a comer a los Bisquets de Alvaro Obregón, para echarnos un rapidín y luego llegar como si nada a Televisa- noté un local que no tenía niguna razón social pero sí contaba a la entrada con unos maniquíes vestidos con negligués y ropa de cuero negro.
Leí el número en la pared y correspondía al que buscaba.
Francamente me dio mucha risa saber que estaba a punto de pedir chamba en una sex shop. Sabía que sería uno de esos trabajos sórdidos que me darían muchos temas para las novelas que, dicho sea de paso, nunca voy a escribir. "Aunque sea tendré mucho que reseñar para El Chiringuito", pensé.
Entré con mi solicitud de empleo en la mano, la extendí al encargado, y le dije que, para ser sinceros, no tenía experiencia atendiendo un videoclub, mucho menos porno, pero qué diablos, necesitaba la chamba. Llamó a otra empleada, ésta me preguntó si tenía una foto, que era indispensable -con que no sea una con la verga enhiesta y en pose de actor protagonista de Garganta Profunda, pensé- y me dijo que pusiera en la hoja amarilla el sueldo deseado.
En eso estaba, cuando de una puerta contigua salió una mujer como de 40 y pico de años, vestida de pants y con unos senos enormes que sobresalían de su payasito atigrado blanco y negro, cargando una maleta como las que se llevan para ir al gimnasio. Era evidente. Si viviera el flaco de oro, y lo tuviera enfrente, con su cara suplicante le estaría diciendo a éste: "Agustín, hazme un bolero".
La mujer interrumpió la conversación que tenía con la empleada, -para ser sinceros, mientras hablaba con ella, de reojo observaba unos jueguetitos sexuales que parecían ser unos dedales bastante extraños, y otros artefactos de plástico en forma de vagina, por lo que la mujer además interrumpió la exploración visual que hacía al lugar- y me preguntó si tenía experiencia. Le dije que no, "en el anuncio no decía experiencia", me defendí.
El caso es que sin ningún miramento, la mujer en cuestión asesinó mis aspiraciones de tener una chamba como la de algún personaje de Tarantino, al decirme que no era posible recibir mi solicitud, que era necesaria la experiencia, ya que era un negocio nuevo y necesitaban a alguien que supiera del asunto, para aprender incluso de sus conocimientos.
Maldición, nadie se preocupó por leer mi solicitud, observar que tengo una carrera universitaria, que por supuesto podía manejar perfectamente ese vide club y que hasta les hubiera sido útil proponiéndoles algunas etrategias de mercadotencia para hacer crecer su negocio de sexo. Anyway.

jueves, noviembre 28, 2002

Del archivo de reflexiones estúpidas
Básicamente, la vida es una mierda.
El problema es que la mierda es liberadora, en cambio, la vida, la tenemos encima hasta que nos muramos.
¡Vale madres!
Tengo 30 años y quiero cogerme a una adolescente

Como tentativa de novela no estaría mal este título, ¿no creen?

jueves, octubre 24, 2002

EL FRANCOTIRADOR. ¿REALMENTE ES DIOS?
Si uno lo mira con atención, uno podría hacer hasta una concepción teológica sobre el francotirador que por estos días tiene azolada a la capital estadounidense y sus alrededores. Esta reflexión, por cierto, resulta bastante divertida, -como deben ser las reflexiones que tienen como único propósito provocar a los católicos y cristianos empedernidos-.
Y es que la existencia de individuos como el "Francotirador de la Carretera", cuya tarjeta de presentación es una carta del Tarot y una nota en la que dice "ser Dios", da bastantes elementos para la reflexión.
Por ejemplo, me parece que la existencia de personas como El Fancotirador hacen pensar a los ateos o a los librepensadores que Dios es una veradera vacilada, y que nuestro verdadero destino no está en la voluntad del Creador, sino en la de un delincuente que con toda razón se autoproclama Dios, ya que es capaz de quitar la vida a la persona que deseé teniendo como motivador su libre albedrío -como un Dios-. Es así que podríamos decir que, de algún modo, todos somos Dios, ya que en algún momento dado tenemos el poder de decidir cuándo y cómo quitarle la vida a alguien o a uno mismo lo que, según la religión, esa decisión sólo le corresponde a El, con todas sus consecuencias y golpes de pecho (por qué a mi, Dios mío, por qué a él).
Por otra parte, cómo calificar de loco al "Francotirador de la Carretera" por autollamarse Dios, si la misma Biblia te da elementos para darle la razón. "Todos somos hijos de Dios", se dice, es así que en la voluntad del Francotirador está la voluntad de Dios, por muy estúpida la voluntad que ésta sea. Y como yo no puedo concebir que Dios tenga una voluntad estúpida, entonces quiero concluir que un Dios-hombre sí que la tiene; ergo, el Francotirador, de alguna manera, realmente es Dios.

viernes, octubre 04, 2002

EL DIOS LLAMADO RATING

Leí con atención el artículo sobre Ratings que publica Adolfo Ramírez en su -bitácora, donde maneja varias tesis de las que no estoy de acuerdo.
El dice: "[...] la información sobre rating es inútil. Ninguna información por sí misma es útil".
También, señala: "Los datos y la información sirven de muy poco o nada solos; es el conocimiento que da significados".
Además, al referirse a los productores, dice: "básicamente no creen en ellos (los ratings)".
Quiero comentar rápidamente los siguiente, con ejemplos puros, para señalar mis desacuerdos, en especial sobre la última de las tesis de Adolfo que arribita menciono.

La información sobre rating es útil.

A Federico Wilkins, el llamado, "rey del rating", con quien coincidí cuando ambos trabajábamos para Tv Azteca, y a quien durante un año le llevé el guión y el formato (hora de las secciones, entrada a cuadro de los invitados, momento de los horóscopos, etc.) para el programa Hoy, vaya que le es útil la medición y la interpretación de la audiencia.
Para este productor el rating es como su tarjeta de crédito, "nunca sale sin ella". Al hacer su lectura, minuto a minuto, con control remoto en mano, él siempre determina el contenido del programa Hoy por medio del comportamiento de la audiencia. A veces, sus conclusiones (en ese momento auxiliado por una persona que sólo se dedicaba a investigar minuto a minuto el comportamiento del rating, y que todas las tardes en la junta de armado del programa nos leía y mostraba las estadísticas de la emisión del día anterior) eran tan disparatadas como acertadas.
En la sección de horóscopos, conducida por la astróloga regiomontana Mizada, una vez se le ocurrió meter en un recuadro, en un freeze (imagen congelada) la imagen de un búho. El éxito fue asombroso. Al día siguiente, el rating subió como dos puntos durante su sección. Y así siguió durante varios días. Pero algo pasó. Meses después, el rating decreció. La explicación era sencilla. Citándolo, el productor decía: "La repetición del estímulo decrece el interés". En efecto. Ordenó a las personas de producción que el búho fuera grabado ad libitum y que se moviera a su antojo. Ya después en post producción se incrustaría sobre Mizada, cuya intervención es grabada. Nuevamente acertó. El rating subió de manera importante. Incluso, gritaba cuando veía que el búho no mostraba signos de movimientos. "Se nos está yendo el rating, se nos está yendo el rating", gritaba en total paroxismo. Hasta que en algún momento el dichoso búho movía la cabeza, para alivio del productor asociado. Incluso, las cifras mostraron que cada que el búho giraba (y gira todavía en estos momentos) la cabeza, invariablemente el rating sube o se mantiene. Nunca decrece, a diferencia de cuando se queda segundos quieto.
El caso de otro productor de Televisa es lo mismo, Alexis Nuñez, quien produce Vida TV y La Oreja.
Me tocó trabajar con él durante 4 meses en su emisión de entretenimiento Vida Tv , y la razón por la que trabajé en su programa tan poco fue precisamente por los resultados en la lectura del rating.
Yo le ofrecí llevarle información de contenido, de interés un tanto social, producida de manera atractiva para que fuera bien recibida por el público (en ese momento, un auditorio local, ya que el programa se transmitía únicamente para el canal 4) y me compró la idea. Renuncié con Wilkins y me fui con Nuñez. Sólo tuve éxito con dos temas. El rating subió casi dos puntos. Me llamó y felicitó. Pero algo pasó. Los temas que muchas veces proponía, -por la naturaleza de los mismos, demasiado serios, ahogamiento de un niño en la piscina de la Alberca Olímpica, por ejemplo.- no gustaban al auditorio. Tenía que ver con el horario y otras lindezas de la lectura del rating que, al igual que Wilkins, tiene a una persona únicamente para leer e interpretar los niveles de audiencia minuto a minuto y a quien le debo la recomendación de sacame de la producción.
El fin de este historia es que gracias a que para este productor (como para tantos otros con los que he trabajado o conozco) es tanta la importancia que le dan al rating que por eso me quedé sin empleo. El programa Vida TV se empezó a dirigir o estabilizar en una emisión de concursos y tips de salud y belleza. Yo ya nada tenía que hacer ahí.
Creo que sus impresiones sobre que a los productores o conductores no les interesa el rating es por que se toma muy en serio lo que ellos dicen cada que se les entrevista. Es pura pose. Por supuesto que les interesa, pero a algunos menos, como es el caso de procutores o conductores responsables de programas como noticieros o de corte editorial, como Circulo Rojo o Zona Abierta, como acertadamente Adolfro reconoce en su serial de tres artículos.
Ya después daré a conocer más ejemplos puros y fríos sobre el Dios al que le rezan los trabajadores de medios: el Dios llamado Rating.

martes, octubre 01, 2002

Sábado 5 de Agosto de 2000

Hace dos semanas Ry y yo tuvimos un encuentro sexual. No hubo penetración, no hacía falta. Durante todo el camino a su casa, una de la mañana, le estuve acariciando el sexo sobre su pantalón de mezclilla. Escuchábamos bajito el radio, pasaban una canción de Metallica. De pronto tuve la ocurrencia de penetrar su boca con mis dedos. El auto lo conducía despacio, en los altos quitaba mi mano de su delicada raya visible a través de la mezclilla y la dirigía a sus labios. Con el dedo pulgar le delineaba, primero delicada, y luego toscamente, su boca carnosa. Por momentos se lo daba a chupar, y ella lo hacía entregada. En ocasiones mordía el dedo toscamente, entonces lo sacaba y volvía a delinear su boca. Cuando la luz verde se ponía repetía la operación: mis dedos hacia su sexo; luz roja, penetración y caricias de mis dedos en su boca. Notaba que, como un semáforo autónomo, mi pene seguía sus propias indicaciones de tránsito: mientras que para los automovilistas la luz verde significaba avanzar, la penetración y la delineación de mi dedo por su boca significaba erección. Así recorrimos todo División del Norte, desde su cruce con av. Insurgentes hasta la desviación a Av. Del Imán -lo que es bastante-. De entre las sinuosas y silenciosas calles cercanas a su casa, escogí una intersección obscura. Empezamos a besarnos como dos desesperados, había una luz incómoda sobre nosotros por lo que moví el Golf hacia la obscuridad casi perfecta que proporcionaba un árbol cómplice. Supe que en esa soledad todo hubiera podido pasar. No le desabroché los botones de su pantalón enseguida. Eso no me gusta. Froté durante varios minutos su sexo sobre el pantalón mientras le besaba los labios, el cuello y chupaba sus orejas. Entonces lo hice, le desabroché el pantalón, e inicié la penetración cuidadosa y dubitativa de mis dedos hacia su vagina. Imaginaba su sexo, -aún ahora mismo lo imagino- y entendí que sus labios vaginales eran elevados como para esconder, (¿o proteger?) las sales de su placer. En algún momento dos dedos la penetraron mientras ella pujaba cada vez más fuerte. Observe a través del retrovisor, al que le echaba continuos vistazos, -por eso de las sopresas que andan en patrulla-, que el medallón trasero estaba empañado. Es verano y hace calor, pensé.. En algún momento, me dijo que la lastimaba y por su iniciativa desabrochó todos los botones de los jeans y se acomodó con las piernas abiertas para dejarse hacer. Eso lo aproveché para besar su ombligo y ver apenas la forma de su monte de Venus; lo que vi fue suficiente para intuir que es naturalmente discreta de bellos. Entonces la besé con más pasión, le subí su blusa, el brasier y mordí y degusté sus senos. Por fin pude conocerlos, casi les decía mucho gusto, yo G, veo que son de pezón discreto (contra todas mis fantasias, que la hacían peluda y con senos negros y saturnianos), y luego le bajé la blusa y seguí besándola, ¿seguí besándola? ¿o seguimos besandonos? Sin duda lo primero. El consejo de un amigo vino a mi mente ("si ella es timidona, cuando estés en el carro chingue a su madre, te sacas la verga y se la das a tocar") en el momento en que la excitación de Ry la había hecho descender un poco del asiento y se ladeaba hacia mi y me acariciaba sin muchas ganas mi sexo sobre el pantalón (también de mezclilla, y también de botones, maldición) y mientras de alguna manera le acariciaba las nalgas debajo y sobre su calzoncito, con la otra mano, la no diestra, me desabrochaba con trabajos mi pantalón. Al cabo de un rato saqué mi pene. Entonces Ry se llevó una sorpresa que fue bien recibida. Como no estaba bien erecta, lo que hice fue que sus labios hicieran el trabajo. Le acaricié nuevamente sus labios con mis dedos y se los daba a chupar. La erección fue instantánea. Empezó con el rápido y monótono jaleo de hacia arriba y hacia abajo. G estaba desprendido del lugar, era como si un G quisiera no perderse de nada de lo que pasaba y se situara como un ángel de la lujuria sobre algún lugar del auto, del cielo, de las nubes, y viera con detalle todo lo que pasaba, todo lo que alguna vez va a ser un recuerdo eterno, la primera vez en que Ry le agarraba el sexo a G, y lo masturbaba. Cuando sentía algún destello de semen en estado alterado, le separaba su mano lentamente por unos segundos; al pasar la inminencia de la explosión, conducía nuevamente sus manos a mi verga enhiesta. Estaba seguro que en cualquier momento la habría de chupar hasta que derramara mi líquido en su sensual boca, pero ella se negaba, su cabeza estaba a unos 30 centimetros de mi falo y con mi brazo invitaba su cabeza a que lo probara y devorara, acto inútil. No movió su cabeza ni un centímetro más. Intenté motivarla llevando nuevamente mi dedo pulgar hacia sus labios, incluso lo chupó casi por completo y lo mordió apasionada, pero no dio resultado, no entendía que si quería chupar algo más que un dedo lo único que tenía que hacer era descender unos cuantos centímetros. Entonces tuvimos que separarnos por un volkswagen gris que atravesó la calle. Eran las 2 de la madrugada. Me metí la verga en el pantalón, y ella se acomodó la ropa. Era hora de marcharnos.
Camino a casa me sentía sumamente feliz. Me preguntaba si para ella había siginificado lo mismo que a mí, si de alguna manera había sentido algo más que el apasionamiento de un faje en el auto, y llegué a casa sólo para dormir con una sonrisa que me duró todo el fin de semana, bueno, me duró más, ya que el domingo Ry y yo no nos vimos por lo que terminé acostándome una vez más con mi ex. Sentí lástima por ella, me sentí deshonesto, sobre todo porque ella habló de regresar conmigo ahora y para siempre. El lunes, tuve un desencuentro con Ry que, por cierto, a la postré se sumó a otros desencuentros que terminaron por finalizar nuestra relación. Semanas después nos vimos para besarnos como locos, y ya con la inminente cama de por medio (estábamos en mi departamento) me dijo que estaba por casarse con su ex novio y que tenía un bebé de él en su vientre.

jueves, septiembre 26, 2002

TOMADO DE "EL CHIRINGUITO"

Más reality shows

Según la agencia de prensa alemana DPA, un canal privado de televisión emitirá próximamente un show en el que dos desempleados lucharán por un puesto de trabajo que acabará llevándose quien obtenga más votos de los televidentes. Se trata de un "programa político interactivo", anunció la directora del canal Neun Live, en declaraciones que reproduce hoy el periódico "Financial Tiemes Detuschland". En el espacio de 60 minutos de duración, los televidentes decidirán por teléfono quién será el ganador de varias pruebas a las que serán sometidos ambos candidatos y se llevará de premio un nuevo trabajo. "Los televidentes deciden por teléfono quién se queda con el puesto. Inmediatamente después se firma el contrato", explicó otro directivo del canal al rotativo de masas "Bild".


La idea no es nueva el canal 13 de Argentina tiene una emisión similar Recursos Humanos. Luego de una hora de deliberaciones y exposición un participante tendrá una ocupación fija y remunerada. El tuerto en la tierra donde los ciegos dominan. Pero, en Argentina un reality show ofrece más que una persona con empleo. La crisis de credibilidad hacia los políticos alentó a un grupo de productores a diseñar el programa El candidato de la gente. A partir del domingo pasado, los espectadores podrán elegir de entre 16 postulantes quien deberá representarlos para una diputación nacional. Los candidatos tendrán que ser mayor de 25 años, ser ciudadanos argentinos, con cuatro años de ejercicio de ese derecho y ser natural de Buenos Aires o con dos años de residencia, hace falta algo más: tener un proyecto de trabajo.





sábado, septiembre 14, 2002

¿Alguien quiere volverme loco?


Sur 112 no es una calle inscrita dentro de las colonias más inseguras en este país. Quizá sí la colonia Garza, contigua a Sur 112, y que se hizo tristemente celebre porque hace como uno o dos años agarraron a un secuestrador o asaltante bancario -no recuerdo- y cuya aprehensión no fue como un día en el parque ya que el delincuente de marras ofreció algo de resistencia y hubo heridos.
El caso es que en mi casa me han robado varias cosas que ya rayan en un episodio de Misterios sin Resolver o Misterio en su casa. En su momento tuve a mis sospechosos números uno. Pero a raíz de las series de desapariciones que he sufrido en las últimas semanas éstas se antojan como para que las resuelva un brujo de Catemaco. Miren si no.
LISTA DE HURTOS
Año: 2001
- 11 mil pesos
- Télefono celular Samsung (el modelo más pequeño de Pegaso, mismo que después apareció dentro de una chamarra y que nuevamente volví a "perder" tiempo después.)
- Libreta con anotaciones de mi periplo por Europa (crimen resuelto. El responsable del hurto confesó -mi novia-)
- Fotografías donde salía con:
Unas porristas de los vaqueros de Dallas cuando vienieron al programa Hoy donde trabajaba, otra donde salía con Paulina Rubio -ejem, qué quieren, me entusiasmaron sus cabellos y piel dorada- y otra donde salía abrazando el talle minúsculo de una actiz llamada Johana Benedeck. (crimenes resueltos. El responsable del hurto también confesó y sí, también fue mi novia)
Y ahora, hay que anexar a esta lista los siguientes artículos totalmente disparatados.


AÑO: 2002
- Pasaporte cuya vigencia terminaba en el 2008.
- Telefóno celular Samsung (el mismo detallado arriba, y que extrajeron de alguna extraña manera, ya que por la noche lo tenía junto a la computadora ya que esperaba la llamada de un amigo)
- Plancha General Electric (cuando la compré me costó como 200 pesos)
- Cartera de piel negra, obsequio de navidad de un amigo que vive en Oregon, y que sin ningún billete dentro, lo único que me fastidió fue el tener que tramitar mi credencial del IFE nuevamente..
- Reloj de colección del Renault Scenic.
- Reloj de colección de un modelo coupé de Peugeot.
- Reloj Festina.
- Reloj pirata "adidas" bastante aceptable; es decir, daba el gatazo de ser original.
- Dije dorado de un cráneo, que usé durante años en mi época adolescente.
- Chamarra de piel bastante fina que conseguí en 700 pesos en un mercado de Bruselas, Bélgica, durante mi viaje del 98 (cuando llegué a México me la cotizaron sobre los 3 mil pesos).
Lo extraño de todo, es que se trata de un robo hormiga, ya que hace como dos meses noté lo del dije, hace como 4 del pasaporte, hace dos semanas la plancha ya no estaba (me di cuenta cuando mi novia quería usarla y preguntó dónde la había dejado, ya que yo la había utilizado para planchar una camisa el día anterior y la había dejado debajo de la cama); el lunes pasado me di cuenta que no estaba mi reloj Festina, ayer por la noche noté la ausencia de mis demás relojes y, como colofón, hoy por la mañana mi chamarra de piel ya no estaba colgada en el perchero empotrado en la pared. Todo esto, sin contar que hace como dos meses que desmonté la tapadera de la minitorre de mi computadora (quería revisar por qué no servía mi mouse) había como 6 o 7 cables cortados quirúrjicamente de manera diagonal, lo que hacía que no funcionaran los foquitos del encendido y sufriera uno que otro desperfecto. Ah, el cable del mouse estaba desenchufado.
En fin. Solo quiero decir: ¿Alguien quiere volverme loco, hijos de su puta madre? ¿O se trata de un pinche ratero que me tiene perfectamente bien checado? De cualquier modo, vía web, le mando una sincera mentada de madre a este invisible e hijo de puta ladrón.

sábado, agosto 31, 2002

Viajes inconclusos

Observaba el paso de los árboles. A dónde van, a dónde los dejo. Nada más triste que ver pasar el tiempo subido en un tren. La máquina un animal desesperado por llegar a ninguna parte. Los rieles, el ruido infinito de las distancias. Las estaciones, iban y venían. Toledo, Oviedo, Avignon, Bourdioux, Roma, Venezie, Aranjuez. Pasaban como el aleteo del chupamirto. Veía las piedras milenarias de la revolución industrial, edad media, golpear los cielos grises de la vieja Europa, la que me enseña cajeros automáticos en medio de catedrales barrocas, restaurantes de comida rápida en barrios góticos, puentes lusitanos sobre ríos y mares cómplices. Viajar es un sueño hecho sueño hasta que no se está en el sueño. Los olores son cardúmenes inviolables; las ciudades, amantes que te prometen todo. Paseaba por las avenidas de la madre tierra, comprendiendo las luces, los letreros, los alborotos. Reía, era inmortal en tierra de desconocidos tan iguales. Corría un hilo de sangre entre dos tierras, diferentes pero en tiempos definitorios tan semejantes. Hacía saltos cuánticos de un museo a moteles con agua caliente, del Guernica a un café internet. Eran recorridos libres, mis pasos, soliloquios. A nadie importaba si caminaba o desandaba, si fotografiaba los jardines de Andalucía o a mí mismo en una pose de estúpido turista pobre. El aliento retenía a mujeres exóticas, respiraba sus rostros, les inventaba historias. Platicaba con ellas en los autobuses. Era ciudadano del mundo. Recorríamos Lisboa, escuchábamos conciertos de chelo en fortalezas abúlicas. Sentía la delicia de las distancias relativas, absorbía la arquitectura vagamente familiar, ahí, Tenochtitlán se quedaba en el fulgor de un pensamiento moderno. Las cúpulas de las iglesias eran pechos olvidados por sus amantes. Las torres, violadores de un cielo laico. Luego empezamos a trotar juntos, arreglábamos las cosas, resolvíamos el presente. ¿Dónde dormir? ¿En qué hostal? Intuíamos que nuestros cuerpos se quedaban atrás, pisando el cansancio de las tierras, las mismas que andaron los romanos, normandos, galos y sí, envejecíamos también, y sí, nos sentíamos culpables, cómplices por el desgaste del anitgüo suelo. Me divertía tomando fotos inusuales, satisfacía mi ambición por no verte morir nunca. Yo, en cambio, moría un poco en el esfuerzo. El cielo azul era el pleonasmo de la vida bella. Mirar el Mediterráneo, los canales venecianos, el Tajo, el Sena, el insípido Manzanares, era como leer el códice no escrito del viejo mundo. En los viajes los sentimientos se vuelven ceremoniosos. Y con ellos encarábamos a Miguel Angel, al renacimiento, al dalismo, al barroquismo. Un halo nos persignaba el alma. Rompía mi mente en pedazos al imaginar los rostros de los creadores y, en un ejercicio tortuoso, quedaba hecho polvo al imaginar las miradas de los primeros espectadores. Cuánto arte en medio de la inmundicia, la de siempre, la multiplicada. Las personas se transmutan en ríos, inundan los museos, aunque eso signifique no ver la cara de los otros. Pobre David, inmortal a causa de ojos ciegos, de los que hay que resguardarlo. Eso explica la entrada a los museos: de 9 a 6; sino, sería durante todo el día. Vi molinos, vi suecos, vi un hombre fumar mariguana en la parada del tranvía, vi prostitutas en las grandes vías, ví yonkis con botas y camisa limosnear una peseta, vi pasar a medianoche una góndola afuera de mi habitación, vi el festival de las mil máscaras en el centro belga, vi a marroquíes cobrarme por usar el teléfono, reconocí un Sena sin la brillantez del 80, aprendí a desconfiar en el metro de Barcelona, aprendí a fantasear con el estómago hueco, a caminar agotado por caminar, subí a tranvías, conocí a sus conductores, exaustos de manejar con un dedo las modernas calesas. Dios mío, ¡cuántas iglesias! Entré a todas como para dejar de hacerlo toda una vida. Sentía no la fuerza de la devoción sino el encanto de lo primitivo. Admiraba el origen de la modernidad motivada por la fe. Piedras, marmol, yesos erguidos en altaneras coonstrucciones, siglos de trabajo para el disfrute de los otros, de los nuevos que a su vez levantaron una iglesia más hermosa que la anterior. Y todo, me decía, ha fenecido, sólo permanece el disfrute para quienes gusten arañar las distancias, -y los pasados-. El milenio termina, nada se construye para que dure cien años. "Lo sólido se desvanece en el aire". Qué era nos espera con el alma del mundo tan lejana, donde las creaciones se miden por las insípidas utilidades y el tiempo risible que transcurre para su desecho. Camino por el aeropuerto de Barajas, listo para desaparecer en los aires, para que a partir de entonces no haya duda que todo existe tímidamente en un pedazo de coexistencia. Cómo serán las visiones, los espacios, los sueños, de los futuros siglo-veintiún-decimonónicos, qué lugares visitarán en la Tierra, ¿túneles?, ¿ciudades en cavernas? o seguirán admirando un mundo incomprensible, un milenio inexistente, curioso, con tontas Iglesias, pirámides imposibles, y escritos primitivos, inservibles, que escriben los andariegos.

Enero-julio de 1999


lunes, agosto 19, 2002

Del archivo de textos inconclusos

Había perdido la costumbre de conversar. Mi familia estaba muerta. Era una ostra. A veces me divertía imaginar que mis cuerdas vocales desaparecían. Eso me hacía daño. Era un juego masoquista. Recuerdo la primera vez que lo jugué. Caminaba por el zócalo de la ciudad. Acababa de comprar plástico y papel de colores. En el Metro había escrito, sólo por divertirme, en lo que llegaba a la estación Isabel la Católica, los metros de plástico y papel que necesitaba para forrar mis libros. Llegué con la despachadora. Masticaba chicle. Me dio asco. Me negué a hablarle. No sabía si por el chicle o simple capricho. Le entregué el papelito y vi su enorme culo acudir por mi pedido. No tuve que pedir la cuenta. Era su trabajo hacerlo. Le pagué. No hubo necesidad de hablar. Ella ni se extrañó, parecía que así lo prefería. En la calle me di cuenta lo bien que se estaba así, en silencio, sin condenar los labios y la lengua con palabras inútiles. Imaginé que mis cuerdas vocales desaparecían. Es un órgano prescindible, pensé. Y cuando atravesaba el Zócalo, saliendo de 20 de Noviembre, viendo cada vez más de cerca el asta bandera, mi bandera, una fascinante e irreverente águila devorando una serpiente, me di cuenta que las personas estabamos constituidas por órganos sensoriales prescindibles, si de conseguir plástico y papel de colores para forrar libros se tratara. Si estuviese sordo, andaría. Lo mismo ciego. Igual hubiera conseguido los materiales que necesitaba. De pronto un tipo pasó corriendo a mi lado y me derribó. No logré articular ningún insulto, era como si mis cuerdas vocales hubieran desaparecido de mi garganta. Un hombre mayor ayudó a levantarme del piso. No le dije gracias. Creí suponer que no había necesidad. Consternado, continuó su camino farullando esta juventud malograda o algo así. En ese momento sentí unas ganas incontenibles por articular una palabra. No necesariamente gracias. La que fuera. Continué mi camino como escupido por el sol. Me agarraba la garganta. Minutos después, logré articular una letra. La "e". Quería decir "estúpido, se me ha concedido un deseo", pero únicamente la "e" fue articulada, como si mis conductos vocales hubieran estado en total abandono durante siglos enteros, sintiendo la "e" no como el inicio lógico de la oración que quería articular, sino una "e" primigenia, la "e" en su origen gutural. Con un poco más de esfuerzo pude decir en voz alta mi nombre: Miguel López. Mi edad: 25. Mi profesión: artista del silencio.

Apología del suicidio

Apología del suicidio Empuña el arma, inicia una marcha más bien triste, pero no por eso jovial. Se hace enterar que todo lo sabe, admite, sin embargo, que todo le duele: la víspera, los ojos mirando la mañana, la mañana echándose siestas, las siestas sonámbulas de recuerdos. Abraza el espejo con ojos silenciosos, abarca las miradas de los objetos que lo acompañan, sus lágrimas desnudas caen hacia adentro, se atraganta, se ahoga, como sucede con la sed del mediodía que se calma. Se da tiempo para echar una mirada a su dios, y lo recrimina, se burla, se regocija por la suerte de verse apuntando con un revólver el cráneo. El cuerpo de un suicida es una masa descompuesta. Lo saben, por eso el coraje, las ganas primordiales, las facciones altivas; respira el olor de la muerte, voltea a todos lados, quiere verla, sin darse cuenta que él mismo la representa. Teje su propia historia sobre alguna neurona furtiva. No se qué tintineo se apodera de la atmósfera, qué clase de silencio se aloja en la habitación de un feliz moribundo, que se respira el más perfecto de los universos. Si pudiéramos ver en su interior observaríamos un corazón galopante, ingenuo de su exaltación; si pudieramos ver en su interior, realmente en su interior, donde se guardan las sospechas, donde los odios se alzan, donde la felicidad aguarda, miraríamos grandes horrores, holocaustos en vísperas de su conclusión. Todo encaja, los sonidos se mecen armoniosos, las luces tiñen sus lancetas entre sí. Todo está bien, sino fuera por no ver concluida su obra -y aún así qué importa-. El fuego estruendoso amasija la piel. Los poros caen como polvo sobre el piso, el suicida cumple cabalmente su misión, su reto, morir porque así lo quiere, por convicción y conveniencia -ya nadie se juega la vida por principios.